Una perspectiva desde la academia de cara a la crisis
#Gobernanza #Sostenibilidad #Universidad # COVID19 # Hernández
La búsqueda del saber es connatural a la humanidad. La indagación y generación del conocimiento ha sido una parte fundamental para la génesis, desarrollo y expansión de todas las culturas; desde el despuntar de las civilizaciones antiguas, el surgimiento de la filosofía en Grecia, la síntesis de la ciencia árabe en la constitución de occidente, la integración del gran proyecto de la modernidad hasta los grandes avances de la segunda mitad del siglo XX e inicios del tercer milenio, el conocimiento ha configurado el rumbo de la historia.
Hoy la humanidad se enfrenta a una réplica sin precedentes que ha reconformado la dinámica cultural a escala planetaria. Los fenómenos y las implicaciones derivadas de la pandemia del COVID-19 se pueden ver pero no se pueden determinar con precisión, sin embargo, queda claro que el panorama es adverso y las sociedades y los gobiernos tienen que desarrollar estrategias creativas e inclusivas que afectan las vías más óptimas para superar la crisis. Esto, sin soslayar que la pandemia se da en un momento histórico extremadamente álgido de polarizaciones y explosiones neopopulistas a nivel mundial que en muchos casos transitaban por la vía al cáos.
Si la pandemia trajo una reconfiguración económica de las relaciones sociales, económicas y culturales, la postpandemia advierte cambios más profundos y definitivos. Los escenarios que se plantean para el futuro están englobados en tres posibilidades: el descubrimiento y la aplicación de una vacuna; El desarrollo de autoinmunidad o la adaptación de la humanidad a la convivencia con el virus SARS-CoV-2. Aunque estas no se contraponen, la tercera opción es la que habremos de enfrentar en los próximos meses. Es altamente probable que existan nuevas crestas de contagios y nuevos recesos colectivos que la sociedad debe asumir.
Al respecto, los Estados, las instituciones y las organizaciones en general tienen la inelegible exigencia de redefinir sus procesos y repensar su naturaleza en el marco constitucional y la transparencia bajo una perspectiva de gobierno colaborativo que genere mecanismos institucionales para la participación de actores no gubernamentales en los procesos ejecutivos de la sociedad.
La tarea fundamental de la Universidad es la generación y difusión del conocimiento y su vocación esta íntimamente relacionada al desarrollo social. Históricamente las universidades han sido custodias del conocimiento y simultáneamente detonadoras y partícipes de grandes descubrimientos que han solucionado diversas problemáticas y modificado el rumbo de las actividades de la vida humana.
Los estragos que está dejando la rápida expansión de la pandemia plantean fenómenos sociales que exigen soluciones y mecanismos con perspectivas experimentales. Hoy la Universidad, fiel a su vocación, tiene la responsabilidad de ser artífice de ideas y proyectos que contribuyen a atenuar la estela de adversidades que dejará la pandemia y propondrá alternativas para resolver temas medulares para el mundo, desde lo local.
El presente contexto exige un serio cuestionamiento desde la academia en las universidades sobre la responsabilidad social y la forma en la que el conocimiento y la ciencia deben ser usados al servicio de la construcción de la sociedad en el período postpandémico.
Hoy es indispensable y urgente el trabajo y la visión de los universitarios desde la universidad para la comunidad del desarrollo, por ello, académicos y estudiantes deben poner al servicio de la humanidad su conocimiento y utilizar la ciencia y las herramientas tecnológicas para atender temas cruciales para El desarrollo que nos llevo a superar la estela de estragos que se avecina.